domingo, 10 de mayo de 2015

La obesidad, un problema de salud mundial

La obesidad viene definida como una acumulación anormal o excesiva de grasa que supone un riesgo para la salud. Afecta a toda la población y según los datos obtenidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tiene una prevalencia a nivel internacional cada vez mayor. 

Este trastorno físico puede afectar en todos los ámbitos de la salud y del bienestar. Los problemas emocionales y psicológicos, las enfermedades derivadas e incluso la muerte pueden perjudicar a las personas con sobrepeso.

Prevenir es mejor que curar y esta mentalidad es fundamental para los padres. Ellos son los principales responsables de la salud de sus hijos y, a nuestro pesar, la obesidad infantil es uno de los principales problemas de salud del siglo XXI, que se ha visto incrementado considerablemente. 

Las causas son diversas pero las dos principales son el ritmo de vida de los padres y el sedentarismo.La función laboral de los dos padres y el poco tiempo del que se dispone para las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, provoca en muchos casos una mala alimentación basada en comida rápida y platos precocinados. La falta de tiempo o la comodidad de los padres también potencia el sedentarismo de sus hijos. Muchas veces prefieren que se queden tranquilos, viendo la televisión o jugando a videojuegos, a salir y practicar deporte con ellos o simplemente dar un paseo. Los niños son muy activos pero la forma de vida de sus padres es una influencia negativa que interviene en el cambio hacia una vida sedentaria. 

Para ayudar a prevenir y disminuir este problema, la OMS establece esta serie de hábitos saludables:

- Comer de todo. Una alimentación variada y equilibrada es una alimentación sana.

- Desayunar siempre y de forma más completa posible.


- Cereales, patatas y legumbres son alimentos básicos y tienen que formar parte de nuestra dieta diaria.


- Moderar el consumo de grasas, especialmente de origen animal.


- Tomar todos los días frutas, verduras y hortalizas.


- Moderar el consumo de productos ricos en azúcar como las golosinas, los dulces y los refrescos.


- Reducir la sal en las comidas y utilizar, preferentemente, sal yodada.


- Hacer todos los días ejercicio físico. Caminar siempre que sea posible.


- Involucrar a todos los miembros de la familia en los distintos aspectos relacionados con la alimentación: comprar, decidir el menú y cocinar.



Desde el colegio, para intervenir también en este proceso de concienciación para cambiar hacia una vida más saludable, hemos propuesto una actividad que se llevará a cabo durante la siguiente semana:

Para el almuerzo todos los niños deberán traer una pieza de fruta, la que ellos prefieran. Esto se hará porque los niños, generalmente, al ver a todo el grupo comiendo se motivan ellos también. Sirve, por ejemplo, para que los niños que no suelen comer fruta, lo hagan durante esta semana, para que adquieran la costumbre.







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